viernes, 29 de febrero de 2008

La suerte de Mario

Cuando un pajarito que pasó volando le hizo la gracia a Mario este se puso muy contento. En tiempos antiguos era un buen augurio, quizás por la escasa posibilidad de que esto suceda.
«Hoy tendré buena suerte» se dijo Mario, mientras limpiaba los espejuelos, lugar exacto a donde había ido a parar la caca del pajarito.
Lo malo fue no tener puestos los espejuelos en el preciso momento en que un billete de cincuenta pesos, arrastrado por el viento, pasaba junto a él.

Personajes famosos de La Habana (2)

Otro personaje curioso de La Habana, un poco más contemporáneo, era un ex boxeador al que los golpes recibidos en largos combates sin ninguna protección, habían deteriorado el cerebro.
Andaba por Centro Habana a paso rápido y mascullando palabras incoherentes. Normalmente no hacía daño a nadie, pero algunas personas, por tal de divertirse a su costa, le gritaban “¡Gavilán te noqueó!” y aquello bastaba para que el pobre demente arremetiera contra el provocador. Ya este hombre murió.
Otro loco, mucho más reciente era el conocido por “Guagüita”. Andaba por las calles de Centro Habana con un viejo radio portátil al hombro, y haciendo como los niños cuando juegan a conducir un vehículo. Fíjense bien que digo “por las calles” pues caminaba por la parte destinada a los carros.
Guagüita tenía momentos en que parecía recobrar la lucidez. En uno de esos momentos dijo delante de un grupo de personas, entre las cuales me encontraba yo, que era colombiano y que había sido traído a Cuba por alguien que lo había abandonado aquí. A saberse cual pueda haber sido la trágica historia de este personaje. Un día desapareció de las calles. Alguien me dijo que había muerto atropellado por un automóvil.
Ahora queda otro por ahí que en cualquier momento cae debajo de las llantas de un carro. Su locura consiste en “torear” a los vehículos y patearlos cuando le pasan por el lado.
Estos personajes también han sido hospitalizados reiteradas veces y huyen, pues no soportan la tranquilidad y poca libertad de los sanatorios.

Personajes famosos de La Habana (1)

Si alguien me preguntara quién es el personaje más famoso de la capital cubana, sin dudas respondería: el Caballero de París. Medio loco, medio filósofo, sociable a la vez que solitario, con su capa, su larga cabellera y barba y un montón de papeles, periódicos y revistas consigo.
Siendo yo un niño de unos 7 u 8 años nos lo tropezamos en una ocasión en el portal de los que en aquellos momentos era la tienda Lámparas Quesada, en la esquina de la Calzada de Infanta y San Lázaro. Yo andaba con mi madre y mi hermano. El Caballero nos detuvo y rasgando una caja de fósforos vacía hizo en las tapas dos pequeñas notas y nos las entregó. Ya no recuerdo lo que decían, pero de saber la fama que adquiriría aquel bondadoso loco, hubiera guardado con celo mi pedacito de cartón escrito de su puño y letra.
Pero La Habana ha tenido y tiene otros personajes famosos. Algunos no tan agradables. Estoy pensando en una mujer que andaba de ómnibus en ómnibus diciendo chistes y cantando versos, casi todos bien verdes.
Mi madre me contó que aquella loca era hermana y socia del dueño de una importante cadena de bazares nombradas “Ten Cents” pero popularmente conocidas como “Las Casas de los Tres Kilos”*. El individuo se nombraba Lucas Zabala.
Según mi mamá, que había sido dependienta en dos de aquellas tiendas, me dijo que la locura de la mujer se debía a que el hermano le había hecho una trampa “legal” y la había despojado de su parte en el negocio y la había echado a la calle ¡Vaya qué hermano!
El caso es que La China, como apodaban a la pobre loca, hacía las delicias de los pasajeros de varias rutas de ómnibus capitalinos con sus chistes subidos de tono.
Varias veces la internaron en el sanatorio de Mazorra, pero ella era como un pájaro silvestre y se escapaba para volver a las calles.

*En Cuba llamamos kilo al centavo.