viernes, 27 de febrero de 2015

El acorazado Maine, una oscura página de la historia

Restos del acorazado USS Maine en la bahía de La Habana

Hay hechos en la historia que duelen, pero que es preciso mantener vivos en la memoria para que las nuevas generaciones sepan quiénes somos y como llegamos a donde estamos y que estén preparadas para que no se dejen arrebatar el futuro a favor de un pasado que no tiene nada de glorioso.

El 15 de febrero de 1898 hizo explosión en la bahía de La Habana el acorazado norteamericano USS Maine, que había sido enviado, desde el 25 de enero, por el Gobierno de Estados Unidos en “visita amistosa” a Cuba, junto con el crucero Montgomery que fondeó en la rada de Matanzas el 6 de febrero.
Es una triste página de la historia porque en el siniestro perdieron la vida 274 marinos que no estaban combatiendo contra nadie, aunque, según declaraciones del presidente norteamericano, la presencia de los buques obedecía a la necesidad de proteger los intereses de sus coterráneos residentes en la isla.
La voladura del buque de guerra estadounidense no tuvo nada de casual y la versión oficial que se dio en aquel momento es poco creíble, pero sirvió de pretexto al Gobierno de William McKinley para intervenir en la Guerra de Independencia que los cubanos ya tenían prácticamente ganada contra el dominio colonial español.
Así, los Estados Unidos lograron malograr la victoria de los mambises y hacerse prácticamente dueños de Cuba, una ambición imperial que ya venía manejándose como la “Política de la Fruta Madura”, enunciada por el  presidente norteamericano John Quincy Adams en abril de 1823 y la “Doctrina del Destino Manifiesto”.
El peritaje realizado por una comisión constituida al efecto por el Gobierno español, determinó que la explosión se había originado desde el interior del buque y no mediante una mina accionada desde el exterior. Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos denegó la propuesta de integrar una comisión conjunta y rechazó la colaboración de expertos de su propio país, para esclarecer los hechos.
Es curioso también el hecho de que la detonación ocurriera a una hora de la noche en que la mayoría de la tripulación descansaba (21:40) y que la oficialidad de alto rango se encontrara en tierra.
Las evidencias apuntan a que el atentado hubiera sido planeado y ejecutado por las propias autoridades norteamericanas para tener un motivo que les permitiera declarar la guerra a España e intervenir militarmente en Cuba. No sería extraño, también se ha elucubrado mucho sobre la posibilidad de que el derribo de las torres gemelas de Manhattan, el 11 de septiembre de 2001, haya sido provocado por el propio Gobierno para crear condiciones que permitieran desatar su “guerra contra el terrorismo”.
Sean o no ciertas esas teorías, no se debe olvidar que el imperialismo yanqui no repara en detalles cuando se trata de lograr sus propósitos expansionistas y hegemónicos y que la Política de la Fruta Madura no ha sido abandonada, solo que esta fruta se ha mantenido de color “verde olivo” desde 1959 hasta la fecha y no tiene intenciones de madurar para caer entre los mellados dientes del Tío Sam.
Monumento en La Habana a las víctimas de la voladura del Maine


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