sábado, 15 de agosto de 2015

Perico: un chivo con estrella

No resulta habitual conocer con mucha exactitud la historia de que a un animal común, pero Perico estaba predestinado a ser un chivo especial y quizás por eso alguien registró su nacimiento: el 20 de septiembre de 1920, en la loma de los Zapotes del reparto Jacomino, perteneciente al actual municipio de San Miguel del Padrón.

Siendo aún muy pequeño se lo regalaron a María la Grande, famosa santera del territorio sanmiguelino. Por esa razón, su sangre muy bien pudo haber terminado como ofrenda en alguna cazuela de barro y su carne convertirse en un sabroso chilindrón consumido por los asistentes a alguna ceremonia religiosa. Pero no, porque Perico nació con estrella.
Su “adolescencia” la pasó deambulando libremente por las calles de su natal barrio, como cualquier otro hijo de vecino; desayunando café con leche y pan con mantequilla que le brindaban los trabajadores de la terminal de ómnibus de Jacomino y almorzando y comiendo como un ser humano: arroz, potaje de frijoles negros, bistec y papas fritas. También con frecuencia se tomaba su cerveza fría y mascaba tabaco.
Con esas costumbres peregrinas no es raro que se convirtiera en una celebridad del barrio, pero en especial para los trabajadores del transporte público, quienes lo acogieron de tal grado que Perico comenzó a pernoctar bajo el techo del paradero de los ómnibus.
El noble animal no tardó en involucrarse en las luchas obreras de los transportistas, cuyos líderes sindicales comenzaron a utilizarlo como mascota política, atendiendo a que en el argot cubano la palabra chivo es sinónimo de fraude, robo, engaño y trampa, y en Cuba, antes del triunfo de la revolución comandada por Fidel Castro, esos elementos eran muy comunes en la política.
Lo cierto es que el cornúpeta salió a la calle en numerosas ocasiones en que los trabajadores protestaban contra las arbitrariedades del gobierno de turno, casi siempre con carteles colgando de sus costados.
Sus actividades políticas lo condujeron a un triste destino. Puede decirse que sufrió en carne propia los abusos del gobierno de Ramón Grau San Martín, pues los policías lo “arrestaron” durante una manifestación frente al Palacio Presidencial y le propinaron una tremenda paliza.
Aunque los trabajadores de la ruta 10 lograron rescatarlo y llevarlo a la terminal, el pobre animalito no se recuperó de sus lesiones y falleció el 13 de septiembre de 1944. Ese día se apagó su estrella.
Pero la historia de Perico no termina aquí, porque sus agradecidos protectores hicieron una colecta para embalsamarlo y conservaron su cadáver durante muchos años en las oficinas del paradero de ómnibus de Jacomino. Más tarde fue trasladado al museo de Guanabacoa, donde pasó a formar parte de la muestra sobre los ritos de la santería, aunque casi nada tuviera que ver su historia con esta religión. Luego fue cedido al museo municipal de San Miguel del Padrón, donde ahora ocupa su justo lugar por haber sido parte activa de la historia de esa localidad habanera.

Otro macho cabrío llamado Perico vivió en Santa Cruz del Norte y se hizo famoso por sus malas costumbres y pésima conducta. Sobre este escribiré una crónica próximamente para que nadie dude lo que dice un refrán, recogido en los versos de una canción de Bola de Nieve: “Chivo que rompe tambor con su pellejo paga, y lo que es mucho peor… en chilindrón acaba”.

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